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Mobile Suit Gundam Tekketsu no Orphans

05 Apr 2018, 10:36
Mensaje: #1

Hint Mobile Suit Gundam Tekketsu no Orphans

Advertencia: Esta reseña contiene detalles de la trama y el argumento, también conocidos como SPOILERS. Recomendable leerla tras ver la serie.

Empecé a ver Mobile Suit Gundam: Iron-Blooded Orphans (por usar el título que mas conocen los espectadores. En adelante yo la llamaré “Tekketsu”) tras terminar de ver Victory Gundam (“V Gundam”) y Muv-Luv Alternative Total Eclipse (Eclipse cuando la mencione), aprovechando un parón mientras esperaba a hallar alguna otra serie digna de mi atención.

Pero como esta es una reseña acerca de Tekketsu, me voy a centrar en esta exclusivamente.

Mi valoración acerca de Tekketsu es positiva en términos generales y, al momento de escribir esta reseña, no le he encontrado ningún fallo de guión o trama especialmente destacable. Salvo quizá algún recurso del guión que puede llegar a hacerse pesado por su abuso y alguna situación que yo posiblemente habría llevado de otra manera de haber sido el guionista. Pero estoy muy satisfecho con el resultado.

De modo que vamos a empezar con la historia...

Tekketsu arranca en Marte, un Marte que ha sido colonizado por los humanos y parece ser que dividido entre varias naciones. En concreto, arrancamos en la región de Chryse, controlada por una entidad llamada Arbrau. (No me pregunten su correlación con un mapa de “nuestro” Marte, porque no se menciona eso en la serie).

Dentro de Chryse existe una “empresa de seguridad privada” (eufemismo habitual para referirse a los mercenarios) que se llama Chryse Guard Security, y a la que por abreviar llamaré CGS, como hacen los protagonistas. Porque resulta que nuestros protagonistas, Orga Itsuka y Mikazuki Augus, son niños soldado alistados en el Tercer Grupo de Combate de CGS...

Si han leído hasta aquí, es correcto: CGS es lo que se obtiene si combinas Mercenarios con Niños Soldado. Con este detalle, ya desde el primer capítulo nos queda claro que Tekketsu pretende ser mas dura, o al menos tocar mas temas duros, que las otras series de Gundam.

Orga y Mikazuki serán nuestros principales protagonistas, por lo que si no os importa les prestaremos un poco de atención. En principio, parecen dos niños soldado sin nada que destacar de ellos.
Orga Itsuka es el líder del Tercer Grupo de Combate: desde el primer capítulo se nos muestra que es malhablado, enérgico y arrogante, pero al mismo tiempo acaba cayendo bien al espectador cuando se comprueba que es justo y cuida de sus camaradas.
(Y porque la mayoría de la gente a la que Orga habla de mala manera, o bien se lo merecen, o son aun peores que el).
Mikazuki Augus es al mismo tiempo su mejor amigo, su inspiración, y su seguidor más leal. No habla mucho, pero cuando lo hace es preciso y afilado como una cuchilla. A menudo se le ve comiendo dátiles marcianos, y observando en silencio lo que hacen los demás. Siempre está dispuesto a seguir a Orga en todos sus proyectos, sin importar lo estúpidamente complejos o arriesgados que puedan parecer a primera vista.

A lo que iba. CGS ha recibido lo que en apariencia es un encargo sencillo: escoltar a la noble hija del Gobernador de Chryse, Kudelia Aina Bernstein, desde Marte a la Tierra. El Presidente de CGS, un gordo codicioso llamado Maruba, pese a lo mucho que le extraña que una familia noble contrate a su empresa, no duda en aceptar el encargo.

De modo y manera que Kudelia llega a la base, acompañada por su criada Fumitan, y se encuentra con los miembros de CGS: aparte de Orga y Mikazuki, conoce a los demás miembros del Tercer Grupo de Combate, igualmente niños soldado, con diversas edades y grados de deterioro.
Muchos de ellos (Mikazuki, por ejemplo) poseen unos aparatos parecidos a espolones en sus espaldas; se trata de sistemas Alaya-Vijnaya, un método de conexión humano-máquina diseñado para facilitar el control de máquinas pilotadas.
En el caso de los miembros de CGS, se emplean sobre todo para facilitarles el control de unos vehículos multiuso conocidos como Mobile Workers, que lo mismo sirven como camiones, que se les pueden equipar un par de cañones y usarlos como tanques de batalla. Menciono este sistema por su utilidad posterior en combate.

A través de los miembros de CGS vemos algo que normalmente no se ve en las series de Gundam: la vida no es ni mucho menos perfecta, ni para los protagonistas, ni para su mundo. Por decirlo brevemente, la vida en Marte puede ser un infierno.
Orga, Mikazuki y todos sus compañeros son ejemplos de ello: la mayoría de ellos carecen de familias, solo cuentan con ellos mismos y sus camaradas y han vivido vidas de pobreza, miseria y delincuencia en algunos casos. En sus flashbacks, y en lo que se verá en su posterior viaje, queda claro que Marte, y en realidad todo el Sistema Solar, es un entorno con una discriminación social y económica brutal, que sin llegar a niveles paródicos puede ser durísimo. Un gobierno, dirigido con mano de hierro por los bloques económicos, en el que coexiste la riqueza más esplendida con la pobreza más brutal.

Este giro argumental, con protagonistas dotados de pasados mucho más complejos que “Mi vida era perfecta hasta que estalló esa maldita guerra”, es una novedad respecto a otras series de Gundam que hallo muy agradable. Cierto que el giro en si mismo no es muy original que digamos (que decir de todas esas historias con protagonistas sufridos), pero para la franquicia Gundam si que lo es.
Por otra parte, a diferencia de lo que he visto en otras series donde se emplea el tema de “personaje con pasado de carencias”, esta biografía conflictiva de los personajes está bien llevada, sin caer en escenas de dramatismo gratuito en un torpe intento de explotar la compasión del espectador para tratar de provocar su llanto.
Tampoco se comete el error de caer en el típico personaje amargado y aburrido, que está todo el tiempo quejándose de todo y literalmente revolcándose en su propia mierda.

Esta digresión acerca de lo mal que lo pasan los ciudadanos de Marte es importante, por cuanto es el principal motivo de Kudelia para llevar a cabo su campaña: no solo lucha por negociar con los poderes que gobiernan Marte desde la Tierra, sino que confía en que, viajando con los chicos de CGS, aprenderá mas acerca de aquellos a quienes aspira a elevar a un mejor nivel de vida con su proyecto.
De modo que, ya de paso, tenemos una aspirante a política que, en lugar de quedarse en su torre de marfil y pontificar desde sus seguras alturas, que es lo que suelen hacer los políticos, opta por bajar al suelo a mancharse las manos (literal y metafóricamente).

Kudelia y Maruba todavía no han terminado de negociar el contrato, cuando empiezan a llegar Mobile Workers armados hasta los dientes, que sin intentar hacer siquiera ningún intento de comunicarse, abren fuego con todo contra la base de CGS.
Las fuerzas armadas de Gjallarhorn Marte, contrarias al movimiento independentista, han cerrado un trato con el padre de Kudelia: se le permitirá seguir existiendo, pero su hija debe morir. Y al comandante de Gjallarhorn Marte, en un alarde de estupidez más propio de los Titanes, no se le ha ocurrido mejor idea que lanzar un batallón entero para cargarse a Kudelia y ya de paso destruir a todos los que se hallen a su alrededor.
Para ser precisos, visto en retrospectiva y sabiendo todo lo que ocurrirá después, parece un movimiento bastante estúpido, pero teniendo en cuenta la escasa valoración que recibía el personal de CGS, es posible que en ese momento pareciese una buena idea.

Es en este primer combate cuando Orga, Mikazuki y todo el resto del Tercer Grupo de Combate muestran su eficacia: armados con sus MW, y aprovechando la ventaja táctica que les da el Alaya-Vijnana para reaccionar en combate, se ponen a devolver el fuego. Bajo el mando de Orga, líder efectivo del Tercer Grupo de Combate, son capaces de hacer retroceder a las fuerzas de Gjallarhorn Marte, algo que sorprende a los soldados, que no esperaban encontrarse una resistencia tan feroz.
En medio de este feroz combate, el líder de CGS y sus tropas favoritas, el llamado Cuerpo de Élite, adoptan la “genial” estrategia de dejar que el Tercer Grupo defienda la base hasta la muerte... mientras ellos se escapan por detrás de la colina donde se halla.

Aquí acabaría la cosa, de no ser porque Orga había recelado una maniobra similar. Con un control remoto, dispara bengalas desde los MW del Cuerpo de Élite, y ocurre lo que debía ocurrir: los atacantes creen que están ante una maniobra estratégica para rodearlos y dividen sus fuerzas, lanzando a la mitad contra el Cuerpo de Élite y por tanto aliviando la presión sobre el Tercer Grupo de Combate.

Quitando al Cuerpo de Élite, cuya “capacidad de combate” ya hemos visto, ignoro si es por la ferocidad de los chicos del Tercer Grupo o por la propia nulidad de las fuerzas armadas regulares de Gjallarhorn Marte.
El caso es que, como Orga y sus compañeros les están dando una paliza brutal, los atacantes solicitan más refuerzos, que llegan... en forma de Mobile Suits.

Reseñar como dato curioso que en este universo parece que los Mobile Suits no son tan comunes como en otros universos de Gundam. Mientras en otras series de esta franquicia podían aparecer en ejércitos de decenas, cientos, o incluso miles de Mobile Suits, en Tekketsu sus números son más limitados. Hasta tal punto que no creo haber visto ningún ejército con más de cincuenta MS en esta serie.

En este primer combate, aparecen solo tres de ellos. De acuerdo con las reacciones de los chicos del Tercer Grupo, el poder de fuego combinado de estas tres máquinas es tan abrumador que ya se consideran todos derrotados.
¿Todos? ¡No! Orga conserva una esperanza, llamada Mikazuki...

Mikazuki, el que hasta entonces había parecido un chico callado sin nada que aportar, aparece en batalla, al mando de un Mobile Suit muy llamativo, blanco y de diseño arcaico: se trata del Gundam Barbatos, una reliquia de la llamada “Guerra de la Calamidad”, que hasta aquel momento había sido empleado como generador de la base de CGS debido a su Reactor Ahab. Más tarde volveremos sobre esta tecnología.
Por si nos quedaba alguna duda de la clase de máquina que es el Barbatos, de inmediato los pilotos de Gjallarhorn empiezan a burlarse de Mikazuki, afirmando más o menos que “con una reliquia tan vieja como esa, es imposible que nos derrotes”.
Ello a pesar de que los Graze que emplean ellos, pese a que supuestamente son cuatro siglos más avanzados, tampoco es que muestren ninguna mejora significativa respecto al Barbatos, que es perfectamente capaz de mantenerse a la par frente a ellos.
Es mas, yo hasta diría que, gracias al sistema Alaya-Vijnaya de Mikazuki, hasta los supera en rendimiento de combate (los pilotos de los Graze no llevan ese sistema).
Lo cual nos queda más que claro cuando Mikazuki tarda aproximadamente veinte minutos escasos en destruir a toda la formación de Mobile Suits de Gjallarhorn.

(En términos navales, eso sería como si alguien plantase cara a un crucero AEGIS con la carabela de Colón... y la carabela ganase la batalla. O esa es la teoría.)

En el primer combate vemos otra de las características diferenciadoras de Tekketsu: la baja tecnología de los combates. Quienes hayan seguido otras series de Gundam, o de ciencia ficción en general, sabrán que lo habitual es que se empleen armas de láser hasta para las tropas de infantería.
En Tekketsu, por primera vez en la saga Gundam según mi experiencia, eso no ocurre: no solo las armas de la tropa son fusiles balísticos de los de toda la vida, sino que ¡hasta los Gundams y Mobile Suit usan armas de baja tecnología!
En vez de armas de láser, los MS se pelean entre ellos con lo que solo puedo describir diciendo que son espadas, mazas, alabardas, y otros instrumentos de combate medieval, fabricados a escala Gundam. Lo más parecido a armas de larga distancia con las que cuentan son pesados cañones con forma de escopetas gigantes, que hay que cargar aparte, y por no haber no hay ni las ametralladoras Vulcan de las cabezas.

El resultado no es otro que el de que cada batalla de Gundams es mas una exhibición de artes marciales y esgrima que el habitual duelo de cañones láser. En contra de lo que pueda parecer, el resultado no desmerece para nada, y se puede sentir el muy real riesgo que corren los pilotos de ser aplastados por mazas gigantes, cortados en dos por espadas capaces de destrozar tanques y en general aplastados entre metales.
Este tipo de combates nos permite de paso apreciar que cada piloto tiene su propio y muy personal estilo de combate, como ocurre en la esgrima real. Los hay que van con todo, los que creen en las normas del duelo, y los que pasan de dichas normas y solo se preocupan de acabar con el enemigo lo mas rápido posible.

(En un primer momento, admito que creí que simplemente Mikazuki no disponía de armas de láser para equipar el Barbatos; más tarde, al ver que los MS y Gundams de Gjallarhorn tampoco tenían de eso, comprendí que se trataba de algo generalizado)

El desnivel tecnológico de las batallas y los ejércitos se extiende a todo el resto del entorno: en consonancia con la decadencia de las vidas de los nativos de Marte, y con posterioridad veremos que de otros lugares, la tecnología es igualmente pobre.
La mayoría de los aparatos que emplean los protagonistas de Tekkadan y/o existen en Marte y las colonias prácticamente se caen a trozos, y lo peor es que no hay mejores con los que reemplazarlos. Por reseñar los ejemplos más visibles, la tecnología informática sigue mostrando pantallas verdes más propias de las décadas de 1970-1980, la nave de Tekkadan muestra las huellas de décadas (tal vez siglos) de uso prolongado y nulo mantenimiento, y del mismo modo el Barbatos muestra lo viejo que es.

El eje fundamental de los Mobile Suits, tanto Gundam como no-Gundam, así como de las naves espaciales, es una extraña maquinaria denominada “Reactor Ahab”.
Aunque no se dan detalles acerca de la naturaleza de esta tecnología, si que se sabe que uno solo de estos reactores puede impulsar una nave espacial, y que cada unidad emite ondas electromagnéticas y posee una firma de emisión única. Por alguna razón que no se hace evidente hasta el arco final, es ilegal introducir reactores Ahab (y por lo tanto, Mobile Suits y naves espaciales) en las ciudades de la Tierra.
(El detalle de la emisión de ondas de los reactores es un punto importante de la trama; el análisis de patrones de ondas de los Reactores Ahab es empleado profusamente como método para identificar maquinas concretas en combate. Es gracias a esto que en Gjallarhorn logran identificar el Barbatos fácilmente)

Esta desnivel tecnológico y social puede suponer un violento contraste para todos aquellos que vengan de otras series como Gundam 00 o SEED, en las que todo es nuevo y brillante y apenas se aprecia ninguna clase de degradación. Sin embargo, es un detalle que personalmente encuentro positivo tras tantos futuros brillantes donde toda la maquinaria es limpia y nueva.
Aunque por momentos parezca “el siglo XIX en el espacio”, por la situación social más propia de 1860 que de un futuro lejano, le da un aspecto más realista al mostrar no solo los aspectos positivos, sino las cloacas del régimen.
Que, sin importar la época y las armas de que se dispongan, los humanos siguen siendo igual de cabrones con otros humanos.

La mención al duelo nos lleva a hablar de los otros protagonistas de esta historia, a quienes he presentado muy por encima en el episodio 1: Gjallarhorn.

Gjallarhorn (maldita palabrita, no hay quien la escriba. Se pronuncia “Gialajorn”) es una entidad como mínimo extraña que ejerce el papel de superpotencia militar solar en el universo de Tekketsu. En nuestro caso particular, nos interesan sobre todo porque son los principales antagonistas de Tekkadan y de Kudelia.
En principio son una organización militar supranacional, pero se organizan en base a un complicado esquema de clanes nobles, entre los que resaltan las “Siete Estrellas”, las familias descendientes de los siete primeros fundadores de Gjallarhorn, compitiendo entre si por el control efectivo de Gjallarhorn. Supuestamente, sus miembros están por encima de las peleas entre los “bloques”, las cuatro potencias que se reparten el control de la Tierra y Marte; posteriormente comprobaremos que esto es solo apariencia.

(Empleo el concepto de “dominio solar” en lugar de “dominio mundial” porque, aunque Gjallarhorn ejerce lo que esencialmente es el dominio mundial, en este caso el “mundo” incluye la Tierra, Marte, Júpiter, la Luna, y varias colonias espaciales. De modo que decirle “dominio mundial” era quedarse corto)

Como parte de esta organización pseudo-nobiliaria, sus tropas se visten con uniformes muy recargados, que no estarían fuera de lugar en el Sacro Imperio de Britannia de Code Geass (por emplear una referencia de anime) o en el II Reich de la Primera Guerra Mundial, por emplear una referencia del mundo real. Entre sus otras tradiciones parecen contarse el padrinazgo y los matrimonios entre miembros de las Siete Estrellas, como se puede apreciar con McGillis comprometido con la hermana de Gaelio, o con que el jefe del Clan Fareed ejerza de padrino de Carta Issue, de quien hablo mas adelante.

Aparte de los uniformes y tradiciones, Gjallarhorn parece poseer un concepto del combate más propio de los tiempos medievales, a la altura de sus máquinas, como lo prueba el hecho de que, por lo menos en dos ocasiones, dos oficiales distintos de Gjallarhorn traten de desafiar a Mikazuki a un duelo singular de Gundams. Por lo que se explica en la serie, se trata de una tradición muy antigua, y es prácticamente lo mismo que los duelos de la Tierra... solo que con armaduras humanoides.
Tratándose de Mikazuki, quien como ya hemos visto tiene un concepto mas “realista” (o mas sucio, según Gjallarhorn) del combate en general, no hace falta ser muy listo para deducir que ambos oficiales acaban muertos.

Si piensan que eso significa por lo tanto que Gjallarhorn está compuesto solamente por idiotas medievalizantes, que son incapaces de combatir en el mundo real, están muy equivocados. Los miembros de Gjallarhorn saben ser astutos, audaces y despiadados cuando la situación lo requiere, sin caer por ello en la maldad estúpidamente gratuita de entidades similares como los Titanes, ni reincidir en la autocomplacencia gratuita de otros muchos villanos de “Soy invencible mwahahahahahaha...” mientras el enemigo les está dando una paliza hasta en el carnet de identidad.
Ellos causarán más de un problema a Tekkadan con sus movimientos, tanto por delante con las armas, como por detrás mediante manejos políticos y diplomáticos, para que les pongan las cosas difíciles. No es por nada que Gjallarhorn ha logrado mantenerse en el poder durante al menos 400 años.

Si tuviera que citar una debilidad de Gjallarhorn, sería precisamente que el mando está demasiado descentralizado. Por decirlo sin jerga técnica: Como si fuesen el Ejército Imperial Japonés de la Segunda Guerra Mundial, cada maldita unidad de Gjallarhorn hace lo que le da la real gana.
Con “hacer lo que les da la real gana” no me refiero a que se pongan a masacrar civiles sin motivo alguno. Eso queda para los Titanes, AEUG y el Estado Islámico.

Hablo de cosas como Gjallarhorn Marte pactando por su cuenta con el movimiento independentista de Marte. O la Flota Arianrhod mostrando, para ayudar a la Unión Africana a reprimir a sus trabajadores descontentos, una labor de inteligencia que sin embargo no se corresponde con su rendimiento real en combate.
Todo ello sin que al parecer le importe demasiado al Líder Supremo, quien a su vez está tramando intrigas políticas en Arbrau para colocar allí a su propio candidato.
Me da la impresión de que habrían podido acabar con Tekkadan en el capítulo nueve o diez si se hubieran puesto de acuerdo en concentrar todo su poder en esta tarea y no se empeñasen en actuar cada unidad por su cuenta.

Antes he mencionado el detalle extraño de que, pese a que el Barbatos es una máquina que explícitamente tiene 400 años de antigüedad, puede sin embargo estar a la par con los modelos actuales (y supuestamente mucho mas avanzados) de Gjallarhorn.

Mi teoría particular a este respecto es que Gjallarhorn, como parte de su proceso de dominio solar, ha forzado el estancamiento tecnológico. Diversas menciones a lo largo de la serie apoyan esta teoría: Gjallarhorn habla de la prohibición de investigaciones en campos tecnológicos concretos, como la robótica, la unión de hombres y máquinas o la bioingeniería; el hecho mismo de que no existan armas de láser, que la tecnología civil sea prácticamente igual a la de nuestro siglo XX, que los libros de papel sean considerados una rareza, o que los Reactores Ahab de hace 400 años sean exactamente iguales a los del presente de la historia (hasta tal extremo que en Gjallarhorn pueden identificar el Barbatos analizando la huella de su Reactor Ahab, pues la conservaban en sus bases de datos). Por último, el hecho de que, como se menciona al menos una vez, las técnicas de pelea de la Guerra de la Calamidad (400 años antes del presente de Tekketsu) sean las mismas que se emplean en el presente, en los combates contra Tekkadan, apoyan esta teoría.

Si tuviera que comparar a los miembros de Tekkadan con los personajes de algún otro anime o libro, escogería con muchas reservas a Athos y D’Artagnan, de la inmortal obra de Alexandre Dumas Los Tres Mosqueteros.
Mientras Orga ocupa el papel de D’Artagnan, ejerciendo de líder, genio de la estrategia, negociador enérgico y aglutinador de todo el grupo, Mikazuki es Athos.
Un Athos al mando de un Gundam, pero un Athos muy poderoso, además del inspirador de D’Artagnan, el menos hablador, y el mas fuerte del equipo.

(Para los que solo vieron la película: En el libro de Los Tres Mosqueteros, D’Artagnan menciona varias veces que el pensamiento de decepcionar a Athos fue decisivo para ayudarle a tomar decisiones. Concretamente, cuando el Cardenal Richelieu le ofrece un nombramiento como miembro de la Guardia Cardenalicia, D’Artagnan lo rechaza tras deducir que, de aceptar tal oferta, “Athos no le estrecharía la mano, renegaría de él”.
Otra nota para los que solo vieron esa película moderna, con Orlando Bloom y no recuerdo quienes más: NO, POR LOS DIOSES. En Los Tres Mosqueteros originales NO EXISTEN BARCOS VOLADORES).

Por seguir con la comparativa de los Tres Mosqueteros, considero que Porthos en todo caso sería Eugene, el “número dos” de Tekkadan.
Guapo (todo lo guapo que se puede ser en una serie donde el canon establecido de belleza parece importar poco o nada), presumido y siempre hablando de lo muy fuerte que es en combate, en un primer momento puede parecer el típico idiota pretencioso sin verdadero valor que hay en todas las series de este género.
Sin embargo, Eugene, como Porthos, demuestra que aunque realmente es un presumido, tiene buenos motivos para serlo.

Igual que tienen a D’Artagnan, Athos y Porthos, en Tekketsu hasta tienen su propio Aramis: Naze Turbine, miembro y líder del grupo conocido como “Turbines”, del que hablaremos más adelante. Por ahora, baste saber que, como Aramis, Naze se considera a si mismo como un seductor (con buenos motivos), y se dedica a perseguir chicas pero al mismo tiempo, el y su grupo son una fuerza a tener en cuenta en un combate.


El proyecto de Kudelia es acogido con cierto escepticismo por los chicos de Tekkadan, quienes sinceramente no comprenden del todo esas maniobras políticas. De modo que la pobre no tiene más remedio que reducir su proyecto a lo más básico: su convicción de que la gestión de Marte por los marcianos, en lugar de su explotación por la Tierra, a la larga conducirá a una mejora del nivel de vida del conjunto.
Será Mikazuki quien plantee una versión extremadamente simplificada de lo que pretende Kudelia.
“Entiendo, ¿entonces eres tú la que nos va a conducir a la felicidad?”
En boca de cualquier otra persona, esa pregunta habría sonado como una burla hacia el trabajo de Kudelia. Mikazuki logra en cambio que suene completamente en serio.

El arco de Teiwaz directamente me hace pensar que al equipo de guionistas le dio por ponerse a ver El Padrino y películas de la yakuza, la mafia japonesa, para inspirarse. Para empezar, Teiwaz en la práctica es una especie de “Yakuza espacial”; aunque oficialmente son un conglomerado con base en Júpiter, en la práctica se menciona y muestra que poseen un poder económico, militar y político tan desmesurado que ni siquiera Gjallarhorn se atreve a meterse con ellos. No sin un buen motivo, al menos.
Al mismo tiempo, en Teiwaz cuidan mucho su imagen pública y se ve que tratan de ocultar su participación en apoyo de Tekkadan para evitarse problemas innecesarios.
Ignoro si esto es debido a que saben que Gjallarhorn les derrotaría en una hipotética guerra entre ambas, o a que McMurdo Barriston, como El Padrino, prefiere evitar los conflictos inútiles.

Esto probablemente sea una reminiscencia del comportamiento de la Yakuza en el Japón real, donde ocurre prácticamente lo mismo: las bandas están registradas como si fueran empresas legales, con sede social, logotipo corporativo, tarjetas de visita y toda esa parafernalia, y basan su poder en el tráfico de influencias y el uso de su dinero para comprar voluntades, más que en el envío de matones armados a amenazar a la gente. Lo cual no debe interpretarse como que no dispongan de dichos matones.

No solo porque el líder parezca una versión japonesa de Vito Corleone, sino por toda la ceremonia de hermanamiento entre los Turbines y Tekkadan, con juramento de sangre incluido. Una ceremonia que tal como es mostrada no habría quedado fuera de lugar en una película de samurais o, como es el caso, de yakuzas. Este es otro contraste más de los que nos muestra Tekketsu; un Sistema Solar sin honor, en el que pese a todo siguen existiendo los códigos de honor, aunque sean extraños a ojos de los foráneos.
Por primera vez en aproximadamente doce o trece capítulos, los chicos de Tekkadan pueden relajarse al menos unos días y descansar de las tensiones de las constantes batallas y acoso a que los somete Gjallarhorn.


En el arco de las Colonias Dort, Gjallarhorn muestra que, por lo menos, tienen a alguien medianamente competente a cargo del servicio de Inteligencia, puesto que es capaz de monitorizar y armar a un levantamiento de los trabajadores de las colonias, para así poder justificar la posterior represión militar.
No solo eso: además, los espías de Gjallarhorn manipulan la situación de tal manera que, al hacer que los chicos de Tekkadan lleven armas a los rebeldes (creyendo que llevan otro cargamento, pero eso es secundario a efectos policiales), puedan acusar a Tekkadan y a Kudelia de tráfico de armas y complicidad en alzamiento terrorista.

Esta maniobra es obra de la oficialidad de la Flota Arianrhod (también conocidos como “Gjallarhorn Luna y Colonias”), quienes por lo visto necesitaban dotarse de una excusa para reprimir el alzamiento con todo su poder de fuego.
Seguramente, viendo el grado de corrupción institucional mostrado hasta el momento, no me sorprendería lo más mínimo que los oficiales de la Flota Arianrhod estuviesen recibiendo generosos sobornos de la Unión Africana, propietaria de las colonias a través de la Compañía Dort, para llevar a cabo esta operación.
Lo cual de paso nos muestra que en Gjallarhorn no son tan gratuitamente villanescos, algo que los hace más realistas. Está bien contar con villanos mas pragmáticos en este sentido, frente a otros, en otras series, que simplemente son “Villanos Sin Motivos”.


Claramente el plan de los miembros de “la Unión” es fruto de la desesperación al saberse derrotados: solo así puedo entender que les parezca una buena idea nada menos que entregar a Atra a Gjallarhorn diciéndoles que es Kudelia... ignorando que ambas no se parecen en nada y que, en todo caso, aunque las tropas rasas no la reconozcan, en la oficialidad de Gjallarhorn saben perfectamente quien es Kudelia.

El plan no llega a hacerse efectivo, porque Tekkadan rescata antes a Atra.
Pero no tengo la menor duda de que, de llegar a realizarse, Gjallarhorn no solo no se habría dejado engañar de una manera tan burda, sino que sus tropas habrían masacrado a los miembros de la Unión con más saña de la prevista. Y se lo habrían ganado, por tomarles por idiotas y tratar de engañarlos tan estúpidamente.


Con la llegada de Tekkadan a la región de la Tierra conocemos a la que, al menos en principio, y de acuerdo con su presentación inicial, promete que va a ser una de las comandantes más duras de Gjallarhorn: Carta Issue.

Si, se llama así. Por otra parte, es el mismo universo en el que se emplean antiguos apellidos escoceses como nombres de pila, de modo que no es tan sorprendente.
El caso es que mi principal problema con Carta Issue se puede resumir en dos palabras: HABLA DEMASIADO.

En capítulos anteriores se nos menciona en varias ocasiones lo terriblemente fuertes que son los miembros de “Gjallarhorn Tierra” (En realidad tienen un nombre larguísimo que he sido incapaz de retener, algo así como Agencia Reguladora de Control Ejecutivo de la Esfera Terrestre, o alguna cosa parecida). En consonancia con lo visto hasta ahora en las filas de esta organización, estos actúan también de forma independiente de la Flota Arianrhod, de Gjallarhorn Marte, y de todo en general.

En la realidad, con las tropas de “elite” de Gjallarhorn Tierra me he llevado la misma impresión que con los Titanes en Gundam Zeta: mucha palabrería en la serie acerca de lo horriblemente poderosos y lo absurdamente invencibles que son, pero a la hora de entablar un combate de verdad, contra un enemigo que sea algo más que manifestantes desorganizados y sin experiencia militar... no dan una a derechas.

En el tiempo que Carta Issue pierde soltándoles a los miembros de Tekkadan aburridas disertaciones acerca de lo muy noble que es su linaje, lo justa que su causa, y lo muy poderoso que es su ejército... Mikazuki se encarga de destrozar a todos sus pilotos de combate, ignorando las reglas de los duelos que tanto gustan en Gjallarhorn.
Por si queda alguno vivo, el resto de la tropa de Tekkadan se encarga de acabar con ellos con las armas de la nave.
Sin embargo, incluso con un mando tan incompetente, las tropas de Gjallarhorn Tierra son simplemente demasiadas, y poseen un poder de fuego lo bastante abrumador como para que Tekkadan pueda convertir la batalla en una masacre unilateral.
De modo que Orga suspende la batalla y hace que sus fuerzas se retiren a la Tierra como estaba previsto.

Si alguien dentro de Gjallarhorn responde al perfil antes mencionado de “idiota medievalizante”, es sin duda alguna la señorita Issue. Por otra parte, como ocurre con muchos de los miembros de Gjallarhorn, su concepto del “honor” es muy liberal y no le impide ignorar acuerdos diplomáticos de creerlo necesario. Lo cual demuestra unos capítulos mas tarde, cuando viola el territorio de la Federación de Oceanía (pese a que Gjallarhorn tiene prohibido hacer eso) en sus ansias por perseguir a Tekkadan.
Lejos de aprender, persiste en este error en el tercer y último combate: en el tiempo que pierde lanzando el desafío a duelo singular a Mikazuki, este se encarga de destruir a los MS de sus padrinos, y acto seguido el de ella.
¿Acaso aún no se dieron cuenta de que nadie fuera de Gjallarhorn cree en los duelos de Gundams?


Y con esto llegamos a uno de los pocos aspectos que me han parecido especialmente cansinos de esta serie. Me refiero por supuesto al terco empeño de todo el maldito mundo en querer ver muerta a Kudelia; y para colmo, en muchos casos, parece que lo desean sin ningún motivo lógico.
Creo poder afirmar sin temor a equivocarme que, con las excepciones de Tekkadan, y tal vez Teiwaz y los Turbines, todas las demás organizaciones existentes en Tekketsu quieren matarla, o al menos se alegrarían de que muriese.

Si, incluso su propio patrocinador la quiere muerta, porque está convencido de que solo así logrará movilizar a las masas de Marte para que luchen por su independencia. En su ignorancia, Nobliss Gordon cree estúpidamente que Kudelia es mas valiosa muerta como martir que viva para inflamar a las masas con sus discursos.
Soy de la opinión de que, si tu plan requiere como disparador el asesinato de la principal líder de tus aliados, lo que debes hacer es... buscarte otro plan.

Paradójicamente, la insistencia tanto de Gjallarhorn como de los mercenarios de Nobliss en tratar de matar a Kudelia será lo que le dé más fama.
Puesto que, sin importar los medios y tácticas que empleen, cada combate que entablan contra Tekkadan termina en derrotas estrepitosas para Gjallarhorn (mas arriba he mencionado que esto es en parte por su incapacidad para crear una flota combinada), los ciudadanos oprimidos, tanto de Marte como de las Colonias e incluso en la Tierra, empiezan a percibir a Kudelia como el símbolo de sus esperanzas de promover un cambio a mejor.

Como cosa extraña, pese a que Gjallarhorn y Nobliss comparten un objetivo (matar a Kudelia), quitando la brevísima colaboración entre Gjallarhorn Marte y Nobliss durante los primeros cuatro episodios (y que terminó con Tekkadan asesinando a todos los miembros de Gjallarhorn Marte que estaban al tanto de la conspiración), ambos grupos se pasan el resto de la serie actuando cada uno por su lado. Cosa aún mas extraña, nunca ha ocurrido que los planes de Gjallarhorn y Nobliss se interfieran entre si, algo que solía pasar en este tipo de tramas de espionaje.


En la Tierra conocemos a personajes importantes en Arbrau.
Así, se nos introduce a Henri Fleur, la candidata actual a Presidenta de Arbrau, y a quien solo puedo describir diciendo que parece una Hillary Clinton todavía más desquiciada que la real.
Hipócrita, mediocre, arrogante y falaz, le gusta presumir de una experiencia política previa que dudo sea cierta. Basa su candidatura exclusivamente en denigrar todas las políticas del anterior Presidente, sin aportar ella misma ninguna propuesta concreta, salvo reprimir a tiros a los independentistas de Marte. Claramente la única razón por la que ha podido financiar su campaña y llegar a la posición de candidata es el hecho de que Gjallarhorn Tierra está invirtiendo fuertes sumas de dinero en apuntalarla.
¿He mencionado ya que pertenece al “Club De Gente Que Desea Ver Muerta a Kudelia”? Lo mas gracioso es que lo desea solo porque Lord Iznario lo desea también, no por alguna razón concreta (¿Tal vez que Kudelia está llamando a la independencia de tu colonia marciana, por ejemplo?).

Por supuesto, este apoyo no se hace de manera gratuita: explícitamente el plan de Lord Iznario Fareed no es otro que emplear a Henri Fleur como su marioneta al mando de Arbrau. Lo que es todavía peor si nos paramos a pensarlo: la señorita Fleur sabe perfectamente cuales son las intenciones de su patrocinador, y que ella se limitará a ejecutar los designios de Lord Iznario, pero tiene tales ansias de tomar el poder a cualquier precio que le da exactamente igual ser empleada como marioneta.

Mi opinión sobre Henri Fleur se puede resumir en que, si le encargaron a los guionistas crear a una candidata que le parezca lo más antipática posible al espectador, no lo podrían haber hecho mejor. Lo único que les faltó fue poner a la señorita Fleur a insistir en que es feminista siempre que tuviese ocasión.

En la batalla final, claramente a Gaelio y Ein les importa un bledo todo lo que no sea destruir a Tekkadan. Para lograr este objetivo, no dudan en entrar en Edmonton al mando de sus Mobile Suits, violando la prohibición de introducir reactores Ahab en ciudades...

...lo cual viene a producir el mismo efecto que provocaría en nuestro universo el disparar una Bomba de Pulso Electromagnético. De modo que esa prohibición no era solo una mas de las tradiciones locales, de obligado cumplimiento por razones políticas mas que prácticas, sino que tenía una buena explicación.
Prácticamente todos los aparatos de la ciudad que no son de uso militar mueren en ese preciso instante, provocando todo tipo de problemas... y ya de paso arruinando en un solo instante los cuidadosos planes de Lord Iznario Fareed para promover a su candidata a Presidenta de Arbrau.
Meses de manipulación e intrigas políticas agotadoras en la sombra son aniquilados por los propios subordinados de Lord Iznario.
Si previamente el Presidente Marinos no quiso introducir el Barbatos en la ciudad para combatir a las fuerzas de Gjallarhorn, porque sabía que eso provocaría una brutal caída de sus apoyos políticos... es de suponer que a la Presidenta Henri Fleur le ocurrirá exactamente lo mismo, con el agravante de que los causantes de ese desastre son una organización que insiste en que no se mete en la política interna de los bloques.

Paradójicamente, Tekkadan es quien sacará más ventaja de esta intromisión: puesto que Gaelio ha cometido la idiotez de meter sus Mobile Suits en la ciudad, ya no hay ninguna razón por la que el Barbatos no pueda hacer lo mismo. Y si han seguido la reseña hasta aquí, es de sobra sabido lo que ocurre cuando el Barbatos entra en combate.

Personalmente creo que debieron hablar un poco mas del efecto que causaría la estúpida intromisión de Gaelio y Ein en la imagen de la candidata Fleur y de Gjallarhorn, porque tal como se describía el resumen de las elecciones, daba la impresión de que el candidato de Kudelia ganó exclusivamente por el discurso que la misma Kudelia dio.
En todo caso, la candidatura de Henri Fleur es derrotada por abrumadora mayoría, que es lo que interesa y aquello por lo que estaban luchando Kudelia y Tekkadan.

Y con esto concluye mi reseña de la primera temporada de Mobile Suit Gundam: Tekketsu no Orphans. Próximamente, nuevas reseñas de anime y manga.


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